1»En aquel día brotará un manantial para la dinastía de David y para el pueblo de Jerusalén; una fuente que los limpiará de todos sus pecados e impurezas.
2»En aquel día —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales— borraré el culto a ídolos en toda la tierra, para que se olviden hasta de los nombres de esos ídolos. Quitaré de la tierra tanto a los falsos profetas como al espíritu de impureza que los acompañaba.
4»En aquel día la gente se avergonzará de decir que tiene el don profético. Nadie se hará pasar por profeta vistiéndose con ropa de profeta.
7»Despierta, oh espada, contra mi pastor,
el hombre quien es mi compañero
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Mata al pastor,
y las ovejas se dispersarán
y me volveré contra los corderos.
8Dos tercios de los habitantes del país
serán cortados y morirán —dice el Señor—.
Pero quedará un tercio en el país.
9A este último grupo lo pasaré por el fuego
y los haré puros.
Los refinaré como se refina la plata
y los purificaré como se purifica el oro.
Invocarán mi nombre
y yo les responderé.
Les diré: “Este es mi pueblo”,
y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”».