1Después Jesús comenzó a enseñarles con historias: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país.
7»Los agricultores se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”.
9»¿Qué creen qué hará el dueño del viñedo? —preguntó Jesús—. Les diré: irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros.
“La piedra que los constructores rechazaron
ahora se ha convertido en la piedra principal.
11Esto es obra del Señor
y es maravilloso verlo”*12:10-11 Sal 118:22-23.?».
12Los líderes religiosos*12:12 En griego Ellos. querían arrestar a Jesús porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la multitud, así que lo dejaron y se marcharon.
13Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.
14—Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?
Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo:
—¿Por qué intentan atraparme? Muéstrenme una moneda romana,*12:15 En griego un denario. y les diré.
16Cuando se la dieron, les preguntó:
—¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?
—Al César —contestaron.
17—Bien —dijo Jesús—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.
Su respuesta los dejó totalmente asombrados.
18Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
19—Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que, si un hombre muere y deja a una esposa sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.*12:19 Ver Dt 25:5-6.
24Jesús contestó:
—El error de ustedes es que no conocen las Escrituras y no conocen el poder de Dios.
26»Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, ¿nunca han leído acerca de esto en los escritos de Moisés, en la historia de la zarza ardiente? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés:*12:26a En griego en la historia de la zarza? Dios le dijo. “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”*12:26b Ex 3:6..
28Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó:
—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?
29Jesús contestó:
—El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor.
32El maestro de la ley religiosa respondió:
—Bien dicho, Maestro. Has hablado la verdad al decir que hay solo un Dios y ningún otro.
34Al ver cuánto entendía el hombre, Jesús le dijo:
—No estás lejos del reino de Dios.
Y, a partir de entonces, nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
35Tiempo después, Jesús estaba enseñando al pueblo en el templo y preguntó: «¿Por qué afirman los maestros de la ley religiosa que el Mesías es hijo de David?
“El Señor le dijo a mi Señor:
‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’”*12:36 Sal 110:1..
37Ya que David mismo llamó al Mesías “mi Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?». La gran multitud se deleitaba al escucharlo.
38Jesús también enseñó: «¡Cuídense de los maestros de la ley religiosa! Pues les gusta pavonearse en túnicas largas y sueltas y recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas.
41Jesús se sentó cerca de la caja de las ofrendas del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos ricos echaban grandes cantidades.
43Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan.