1Un día Noemí le dijo a Rut:
—Hija mía, es tiempo de que yo te encuentre un hogar permanente para que tengas un porvenir asegurado.
5—Haré todo lo que me dices —respondió Rut.
6Así que esa noche bajó al campo donde se trilla el grano y siguió las instrucciones de su suegra.
7Después de que Booz terminó de comer y de beber y estuvo de buen ánimo, se acostó al otro extremo del montón de grano y se durmió. Entonces Rut se acercó sin hacer ruido, le destapó los pies y se acostó.
9—¿Quién eres? —preguntó.
—Soy Rut, su sierva —contestó ella—. Extienda sobre mí el borde de su manto ya que usted es el redentor de mi familia.
10—¡El Señor te bendiga, hija mía! —exclamó Booz—. Muestras aún más lealtad familiar ahora que antes, pues no has ido tras algún hombre más joven, sea rico o pobre.
14Entonces Rut se acostó a los pies de Booz hasta la mañana, pero ella se levantó muy temprano, antes de que hubiera suficiente luz para que una persona pudiera reconocer a otra; pues Booz había dicho:
—Nadie debe saber que estuvo una mujer aquí en el campo de trillar.
15Luego Booz le dijo:
—Trae tu manto y extiéndelo.
Entonces él midió seis medidas*3:15a Una cantidad desconocida. de cebada sobre el manto y lo colocó sobre las espaldas de ella. Después él*3:15b La mayoría de los manuscritos hebreos dicen él; muchos manuscritos hebreos, la versión siríaca y la Vulgata Latina dicen ella. regresó al pueblo.
16Cuando Rut volvió a donde estaba su suegra, Noemí le preguntó:
—¿Qué sucedió, hija mía?
Rut le contó a Noemí todo lo que Booz había hecho por ella
—Me dio estas seis medidas de cebada y dijo: “No vuelvas a tu suegra con las manos vacías”.
18Entonces Noemí le dijo:
—Ten paciencia, hija mía, hasta que sepamos lo que pasa. El hombre no descansará hasta dejar resuelto el asunto hoy mismo.