1En esos días, Israel no tenía rey. Y la tribu de Dan buscaba un lugar donde establecerse, porque aún no había entrado en el territorio que se le había asignado cuando se hizo la división de la tierra entre las tribus de Israel.
Cuando los guerreros llegaron a la zona montañosa de Efraín, entraron en la casa de Micaía y allí pasaron la noche.
—¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Por qué estás aquí?
4Él les contó de su acuerdo con Micaía, quien lo había contratado como su sacerdote personal.
5Entonces ellos dijeron:
—Pregúntale a Dios si nuestro viaje tendrá éxito.
6—Vayan en paz —respondió el sacerdote— porque el Señor estará vigilando el camino por donde van.
7Así que los cinco hombres siguieron hasta la ciudad de Lais, donde vieron que los habitantes llevaban una vida despreocupada, igual que los sidonios; eran pacíficos y vivían seguros.*18:7 El significado del texto hebreo es incierto. También eran ricos, porque su tierra era muy fértil. Además vivían a gran distancia de Sidón y no tenían ningún aliado cerca.
8Cuando los hombres regresaron a Zora y a Estaol, sus parientes les preguntaron:
—¿Qué encontraron?
9Los hombres les contestaron:
—¡Vamos, ataquémoslos! Hemos visto la tierra, y es muy buena. ¿Qué esperan? No duden en ir y tomar posesión de ella.
11Entonces seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron de Zora y de Estaol armados para la guerra.
14Los cinco hombres que habían explorado la tierra alrededor de Lais les explicaron a los demás: «En una de estas casas hay un efod sagrado, algunos ídolos de familia, una imagen tallada y un ídolo fundido. ¿Qué les parece que deberían hacer?».
18Cuando el sacerdote vio que los hombres se llevaban todos los objetos sagrados del santuario de Micaía, les dijo:
—¿Qué hacen?
19—Cállate y ven con nosotros —le dijeron—. Sé un padre y sacerdote para todos nosotros. ¿Acaso no es mejor ser el sacerdote de toda una tribu y un clan de Israel, que de la casa de un solo hombre?
20Entonces el joven sacerdote estuvo más que dispuesto a ir con ellos, y se llevó consigo el efod sagrado, los ídolos de familia y la imagen tallada.
22Cuando los de la tribu de Dan estaban ya bastante lejos de la casa de Micaía, los vecinos de Micaía salieron a perseguirlos.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué has reunido a estos hombres y nos persiguen de esta forma?
24—¿Cómo me preguntan: “¿Qué te pasa?”? —contestó Micaía—. ¡Ustedes se han llevado todos los dioses que yo hice y a mi sacerdote, y no me queda nada!
25Los hombres de Dan le dijeron:
—¡Ten cuidado con lo que dices! Por aquí hay unos hombres de mal genio que podrían enojarse y matarte a ti y a tu familia.
26Así que los hombres de Dan siguieron su camino. Cuando Micaía vio que eran demasiados para atacarlos, dio la vuelta y regresó a su casa.
27Luego los hombres de Dan, con los ídolos de Micaía y su sacerdote, llegaron a la ciudad de Lais, donde los habitantes eran pacíficos y vivían seguros. Entonces los atacaron con espadas y quemaron la ciudad hasta reducirla a cenizas.
Después la gente de la tribu de Dan reconstruyó la ciudad para vivir allí
30Luego colocaron la imagen tallada y nombraron como sacerdote a Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés.*18:30 Así aparece en una antigua tradición hebrea, en algunos manuscritos griegos y en la Vulgata Latina; el texto masorético dice hijo de Manasés. Los miembros de esta familia continuaron siendo sacerdotes para la tribu de Dan hasta el tiempo del destierro.