1Mientras tanto, el niño Samuel servía al Señor ayudando a Elí. Ahora bien, en esos días los mensajes del Señor eran muy escasos y las visiones eran poco comunes.
2Una noche, Elí, que para entonces estaba casi ciego, ya se había acostado.
—¡Samuel!
—Sí —respondió Samuel—. ¿Qué quiere?
5Se levantó y corrió hasta donde estaba Elí.
—Aquí estoy. ¿Me llamó usted?
—Yo no te llamé —dijo Elí—. Vuelve a la cama.
Entonces, Samuel se volvió a acostar.
—¡Samuel!
Nuevamente Samuel se levantó y fue a donde estaba Elí.
—Aquí estoy. ¿Me llamó usted?
—Yo no te llamé, hijo mío —respondió Elí—. Vuelve a la cama.
7Samuel todavía no conocía al Señor, porque nunca antes había recibido un mensaje de él.
—Aquí estoy. ¿Me llamó usted?
En ese momento Elí se dio cuenta de que era el Señor quien llamaba al niño.
—Ve y acuéstate de nuevo y, si alguien vuelve a llamarte, di: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
Así que Samuel volvió a su cama.
—¡Samuel! ¡Samuel!
Y Samuel respondió:
—Habla, que tu siervo escucha.
11Entonces el Señor le dijo a Samuel:
—Estoy por hacer algo espantoso en Israel.
15Entonces Samuel se quedó en la cama hasta la mañana; luego se levantó y abrió las puertas del tabernáculo,*3:15 En hebreo de la casa del Señor. como de costumbre. Tenía miedo de contarle a Elí lo que el Señor le había dicho.
—Samuel, hijo mío.
—Aquí estoy —respondió Samuel.
17—¿Qué te dijo el Señor? Dímelo todo. ¡Y que el Señor te castigue, y aun te mate, si me ocultas algo!
18Entonces Samuel le contó todo a Elí; no le ocultó nada.
—Es la voluntad del Señor —respondió Elí—. Que él haga lo que mejor le parezca.
19El Señor estaba con Samuel mientras crecía, y todo lo que Samuel decía se cumplía.